Señoras protestando en "libertad" |
Es de público conocimiento que la movilización de las cacerolas que
sonaron en el Obelisco y otras ciudades del país como Rosario, Córdoba, Mendoza
y Tucumán, ayer, fue organizada desde las redes sociales. Miles de personas se
acercaron al centro porteño con consignas tales como "Basta de corrupción,
inseguridad, soberbia”, "No a la re-reelección" y
"Libertad".
Lo diferente a la concentración
del 13S fue que sus verdaderos organizadores reconocieron su autoría, entre
otras cosas, para no perder la posibilidad de liderarla. Así, su carácter
"apartidario" y "autoconvocado" dejó de ser, cuando dirigentes
políticos de todo el arco opositor llamaron en los últimos días a participar.
Desde luego, no pasó
desapercibido el twitt del Jefe de Gobierno, Mauricio Macri, de ayer por la
tarde que rezaba: “El 8N vayamos con una sola bandera, la argentina” y, también,
anunciaron su presencia otros dirigentes cercanos al macrismo como Patricia
Bullrich y el duhaldista Eduardo Amadeo. Elisa Carrió hizo punta de lanza unos días
antes, en un reportaje en TN, en donde convocó a la marcha, aunque dijo que
ella no iría.
Luis Barrionuevo, el aliado
moyanista Gerónimo “Momo” Venegas, el líder del FAP Hermes Binner y el peronista
bonaerense Francisco de Narváez, hicieron lo propio.
Como estrategia, los principales
canales privados dedicaron su espacio de aire a interpretar las imágenes e
implantarles su propio discurso. El canal estatal, por su parte, fue el único
que abrió el micrófono para que los manifestantes expresaran su punto de vista.
Un gran trabajo periodístico de
Cinthya García, columnista de 678, quien entrevistó a varios manifestantes – y llevó
adelante la tarea casi didáctica de ordenar su retórica- puso al aire la enorme
contradicción de, por lo menos, quienes aceptaban hablar.
Pocos pudieron expresar que
estaban allí porque querían ser escuchados en sus reclamos de inseguridad,
porque buscaban por parte del Gobierno una comunicación más clara, o que el
aumento de los precios resentía temerariamente sus ingresos. Muchos confundían
devaluación con inflación, control cambiario con falta de libertad económica, y
hasta comparaban la situación de Argentina con la de Grecia, en donde la
desocupación trepó a 25,4 %.
Todo en ello, en un contexto en
donde la mayoría no reconocía, ni que se escuchaban consignas destituyentes, ni
pertenencia partidaria; pero sí seguía sosteniendo que el cacerolazo convocado en
las redes era espontáneo. La misión del canal estatal fue clara: guardar
coherencia con el Gobierno al promulgar la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y garantizar
la libertad de expresión.
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Parodia: Micky Vainilla adhiere al cacerolazo |
Si algo concreto deja el 8N, no es
la consabida estrategia de confundir y desinformar que imprimen los grupos concentrados
de poder, en alianza con la oposición; sino lo permeable que es a ese discurso
la clase media, que desconoce su pasado reciente, que le cuesta aceptar
abiertamente su verdadera tendencia política y, finalmente, que desconoce que una
vez más está siendo utilizada en una cruzada que no va a dudar, llegado el
momento, en desclasarla de manera dramática.
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