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jueves, 14 de febrero de 2013

Historia del barrio de Caballito


192° aniversario de su fundación


Los primeros elementos históricos acerca del origen del barrio de Caballito son los títulos entregados por el gobernador Hernandarias, a comienzos del siglo XVII, que repartía diferentes terrenos de la zona, a los capitanes don Pedro Hurtado de Mendoza, don Diego de Trigueros y don Domingo Griveo, al regidor don Juan de Vergara y a don Bernardo de León.
Un siglo más tarde estas tierras ya se encontraban trabajadas por esclavos que cultivaban en ellas productos frutales. También había algunos hornos productores de ladrillos pero, más allá de las chacras de los Jesuitas y de la familia Berois, el paisaje era desolado.
En lo sucesivo, el fraccionamiento de las tierras por herencia convirtió a la zona en un espacio de quintas, cuyas dimensiones no superaban las diez hectáreas.
El 15 de febrero de 1821 el inmigrante genovés Nicolás Vila adquirió la manzana comprendida entre las actuales Avenida Rivadavia, Emilio Mitre, Av. Juan B. Alberdi y Víctor Martínez. En ese predio edificó una casa de cuatro habitaciones, destinando una de ellas a una pulpería (nombre con el que se conocía a los bares en aquella época). La pulpería se encontraba ubicada a orillas de lo que era el antiguo Camino Real, la actual Avenida Rivadavia, en su cruce con "El camino del Polvorín", actualmente calle Emilio Mitre.
En la puerta del local, Vila colocó un mástil con una veleta de latón que contenía la figura de un caballo, de allí que el establecimiento se hiciera famoso como "la pulpería del caballito", que dio nombre al barrio.
Cuando Buenos Aires comenzó a expandirse desde el casco fundacional hacia el oeste, especialmente a partir de la mitad del siglo XIX, la zona que ya era conocida por la Pulpería del Caballito fue poblándose y urbanizándose, en gran medida con la construcción del Ferrocarril del Oeste, la primera vía tendida en Buenos Aires e inaugurada en 1857, que conectaba la actual Plaza Lavalle con la estación de Floresta, y que luego se extendería hacia el interior de la Provincia de Buenos Aires.
Las clases altas porteñas tenían sus quintas de descanso en esta zona aún suburbana, que llegaba hasta el pueblo de San José de Flores, hoy barrio de Flores, y utilizaban el ferrocarril para trasladarse desde sus casonas del centro, en los fines de semana. Pero con el paso de los años y las corrientes migratorias que llegaron desde toda Europa, especialmente luego de 1880, el barrio acentuó su urbanización y las quintas fueron desapareciendo, loteadas para su venta como terrenos para edificar.
En la primera mitad del siglo XX, Caballito se definió como un barrio de clase media y media-alta, con algunas excepcionales mansiones de la burguesía comercial que había llegado con la misma inmigración europea, como el Palacio Carú, y otras residencias aristocráticas más patricias, como el Palacio Videla Dorna (luego Escuela Naval Militar).
Caballito tuvo su consolidación final con la inauguración del tranvía subterráneo de la Compañía Anglo-Argentina, que se extendió hasta la Plaza Primera Junta a fines de 1914. Así, quedó conectado con un transporte novedoso y muy veloz con la Plaza de Mayo y el microcentro de la ciudad, viviendo un auge de la construcción que trajo los primeros edificios de departamentos y transformándolo en uno de los favoritos de la clase media profesional y comercial.
La zona de Primera Junta se transformó en núcleo comercial y de transporte, y la esquina de la Avenida Acoyte y Rivadavia se transformó en el corazón del barrio, especialmente luego de la inauguración del Parque Rivadavia en 1928.
A partir de la Ley de Propiedad Horizontal sancionada en 1948, se desarrolló un nuevo auge de la construcción que significó la demolición de los antiguos palacios de clase alta y los restos que aún quedaban de las viejas quintas del siglo XIX, y el barrio sufrió un rápido cambio con la construcción masiva de edificios de departamentos luciendo ya una arquitectura plenamente moderna.

Sin embargo, a pesar de la evolución, las calles interiores de Caballito siguieron caracterizándose por sus densas arboledas de plátanos y sus casas de estilos clásicos, franceses, italianos, neocoloniales, Tudor o art decó. Algunas avenidas, como Pedro Goyena, alcanzaron renombre como ejes residenciales muy preciados, y esto significó la construcción de numerosos edificios de departamentos muy onerosos.

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